Después de hacer una parada logística en Potes para adquirir unos tortus, subimos hasta Somaniezo, por el oeste se veían algunas nubes altas pero en esta parte lucia un precioso sol de septiembre.
Atravesamos el pueblo y cogimos la pista que sube a la ermita de la Virgen de la Luz, por donde subí una vez hace ya unos años con Jose y Pei aunque esta vez disfrutamos algo mas de las vistas que aquel dia la niebla nos privo. Avanzamos por la cómoda pista hasta que tras dejar a la izquierda unos prados bien verdes cogimos una desviación a la izquierda, por una pista que lazada tras lazada con una fuertisima pendiente nos hace ganar mas de 500 metros de desnivel en poco tiempo, ascendiendo por un contrafuerte del Pico Paraes. Una vez salvado el primer escalón del día hay una pequeña bajada que nos lleva hasta las laderas de la montaña donde cogemos otra pista que se dirige ganando altura progresivamente al norte, hacia el Tumbo. En un punto esta pista pierde altura para unirse a la que viene de Cahecho pero por un sendero entre escobas que ha sido desbrozado hace bien poco podemos seguir subiendo directamente en dirección al collado entre el Tumbo y el Paraes.
Los últimos metros antes de alcanzar la arista los hacemos campo a través buscando los mejores pasos entre la densa vegetación hasta alcanzar el punto culminante, no sin antes habernos refugiado unos minutos en una pequeña cueva mientras una nube pasajera descargaba cuatro gotas y aprovechamos para perder un poco de peso en la mochila...ganándolo en la barriga.
Después de la nube vuelve el sol y nos encaramamos en los grandes bloques hasta poder contemplar la vertiente opuesta, la cara norte de Peña Sagra que se precipita hacia el Nansa. Ademas de un tremendo espectáculo también veo algunas nubes a lo lejos que no me acaban de convencer aunque parece que se alejan, un pequeño banco de niebla cubre de repente la cercana cumbre del Pico Paraes, pero en apenas 2 minutos se disipa la niebla y vuelve a lucir el sol.
Mi intención era recorrer toda la arista desde el Tumbo hasta el Cuernon pero en previsión de un potencial cambio de tiempo decidimos omitir la primera cumbre e ir directos hacia el sureste. Recorremos la bonita cresta mientras vemos algunos rebecos y en unos minutos nos plantamos en la cima del Pico Paraes, las vistas son increíbles, nos quedaríamos aquí arriba lo que queda de día, pero hay que seguir para que no nos pille el toro. Desde la cima escuchamos que en la cara norte ya ha comenzado la berrea y sentados escuchamos los primeros bramidos del otoño. Después del caos de bloques que forma el Paraes, recorremos a buen paso dos amplias colladas ademas de la cumbre situada entre ellas, por una zona redondita hasta llegar al Canto de la Trespeñuela, donde de nuevo tenemos que pasar otra zona de grandes bloques y también omitimos la cima rodeándolo por la vertiente lebaniega. A lo lejos en Campoo parece que empieza a tronar y no me gusta nada como se esta poniendo el día así que sin parar un segundo seguimos en dirección al ya cercano Cuernon, pero cuando llegamos al Portillo de la Vega, cuando solo nos queda un corto tramo hasta el punto culminante del macizo otro trueno retumba por Polaciones, hay que bajar cuanto antes!así que directamente abandonamos la arista y en diagonal empezamos a perder altura lo mas rápido que podemos en dirección al camino normal del Cuernon desde la Virgen de la Luz. A medida que bajamos la tormenta se acerca y cuando por fin damos con el sendero ya la tenemos encima, así que los tres en fila volamos entre las escobas cuales trail runners, como no lo había hecho en una carrera en mi vida! Como decía Mario después "era mas peligroso lo rápido que bajábamos que la propia tormenta", pero cada vez que las descargas de los rayos hacían retumbar la montaña no podíamos evitar correr mas y mas rápido!
Finalmente llegamos a la cabaña que hay en la majada del prao donde al fin nos refugiamos.
Cerramos la puerta detrás de nosotros y nos quedamos en silencio, sobrecogidos por la potencia del aparato eléctrico de la tormenta. En pocos minutos comenzó a llover con fuerza y los rayos se fueron alejando, una experiencia sobrecogedora de las que te hacen sentirte muy pequeño ahí afuera.
Pero como siempre que llovió escampo apenas una hora después de llegar a la cabaña paro de llover, se abrió el cielo y volvió a lucir el sol, entonces salimos y disfrutamos de esos momento de calma absoluta que se dan tras una gran tormenta. El agua fluía por todos los rincones y la luz de este bonito atardecer de septiembre se reflejaba en una explosión de millones de colores en los arboles mojados, al final, y pese a todos los contratiempos había sido un gran día!
Y aqui estan mis dos compañeros junto a la cabañaen la que nos refugiamos, del descenso, obviamente no tengo fotos aunque hubiera estado chulo grabarlo en video. De todas formas nunca nos olvidaremos de esta cabaña!
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